viernes, 15 de julio de 2011

Jardín si, huerto no.

 

He creado una huerta en el jardín de mi barrio pensando que en lugar de hierbajos podría plantar lechugas, que en lugar de mosquitos, haya un par de colmenas, que los zafios arbustos medio quemados por abandono fueran sustituidos por un manzano, un peral, un par de limoneros y un hermoso granado. Las líneas de geranios las he sustituido por otras de pimientos, tomateras, ajos, cebollas, patatas y unas bonitas sandias. En uno de los espacios mas escondidos he puesto un criadero de capones, unas gallinas, y pensando con criterio en que las navidades tienen que ser para todos y porque no dignas, me he hecho con 3 parejas de perdices nival, que bien preparadas darán a la mesa un pequeño matiz noble. Como no, pensando en que aun estando mal para su salud, ya que tienen el vicio y cuesta dejarlo, les he plantado una pequeño parterre de hojas de tabaco, total si tienen el vicio, mejor que sea natural.

Pensando en que pudiera ser que algún desaprensivo se apoderara antes de tiempo de los frutos también me he “currado” un lindo cartelito con la leyenda: “No me jodas, soy tu futura comida”. Ya se que no es muy culta la frase y que tal vez algún crio pase por su lado y al escuchar a su madrecita leer en voz alta la frase, se pase la tarde repitiendo: “te jodes, me la comas”. Pero es un riesgo que me parece razonable asumir. Repaso no obstante, mentalmente mis cálculos y las cuentas me parecen tan optimistas, que un par de bofetones por repetir frases soeces, es un pago apenas considerable, lo termino por considerar un leve “daño colateral”.

En mi grupo de viviendas hay aproximadamente unas 250 familias, unas 800 almas, de las cuales: aproximadamente 300 de estos seres, esta compuesto mas o menos en un tercio, por seres pequeñitos que por el momento solo sirven para rellenar parques de juegos y guarderías y mantener la farmacia que los surte de pañales y potitos. Otro tercio que  ya aporrean el balón en la puerta de casa e incordian con sus bicicletas y monopatines amen de la escandalera que forman cuando se juntan mas de dos al tiempo. El ultimo tercio –alma mas, alma menos- que fuman algún porrito que otro y cumplen con el rito del botellón los viernes y sábados de guardar. El resto de componentes están en edad de paro y lo llevan a rajatabla, es decir, unos 250, cumplen el ancestral rito de sellar cartilla trimestralmente, algunos de ellos mas aventajados –esta cifra la desconozco- ya están en la etapa madura, con lo que ostentan el titulo de “grandes” parados.

Comprenderán que con estos datos a uno le aflore su ramalazo de activista de ONG y pensando en el bienestar de sus semejantes intente aportar su “jardincito de arena”. A fin de cuentas este acto no es mas que un pequeño empujoncito hacia el fin de mes de mis congéneres. ¿Que mal puede ocasionar? Es mas, estoy convencido que ante mi solidaria actitud, los propios vecinos se harán cargo de mantener alejados a cacos desalmados, truhanes botelleros, oportunistas, vándalos y ese tipo de especies que revolotean las inmediaciones de cualquier población que se precie.

¡Sorpresa! ¡La primera en las bolas! Acabo de recibir una notificación del juzgado de lo penal. Mis queridos congéneres me han calcado una denuncia por “destrucción de zona ajardinada publica”. Un grupo de ecologistas se ha pertrechado con pancartas en el portal de mi casa, consideran un atentado a la humanidad criar una especie protegida en cautividad para llenar los insensibles estómagos de semejante chusma. El alcalde en persona se ha personado con un grupo de obreros municipales para desmantelar según sus propias palabras, “semejante despropósito” ¿a que desalmado se le ocurre privar a sus ciudadanos de un lindo vergel en el que regocijar sus sentidos, por un barrizal de verduras? ¡Intolerable! –gritó encolerizado-. La Hacienda Publica me ha enviado una orden de apremio  por no que no les consta que la plantación de tabaco haya cotizado. El ministerio de sanidad me ha abierto un expediente por incumplir no se cuantas leyes normativas.

Apesadumbrado y agobiado por los acontecimientos he decidido plantarle cara a mi arrebato de revolucionario social y me he encaminado, primero al ayuntamiento y le he ofrecido con suma maestría al alcalde, una parte alícuota de los beneficios del huerto, su respuesta a sido alentadora en parte, me puede garantizar solamente los próximos tres años, hasta que llegue el auto hasta los altos tribunales después tendremos que idear otra formula. El inspector de hacienda ha sido un tanto duro de pelar, pero me ha prometido dilatar el requerimiento hasta su prescripción. Al ministerio de sanidad les ha llegado una orden “superior” –”debes tener buenas aldabas, truhan”, me comento el delegado con cariño y algo de envidia sana-  que por el momento deja en suspenso la anterior orden.

El mes pasado tuvimos la ultima reunión con el diputado general. Me han asignado una parcela de mil hectáreas en la falda de un monte protegido y estamos ultimando los detalles de la recalificación. Probablemente en primavera podrán entrar las primeras maquinas para desbrozar el terreno.

Por cierto el grupo de ecologistas ha creado una organización con fondos privados para que se relance cuanto antes el proyecto de la urbanización de “un espacio que se estaba echando a perder por una selva incontrolada, pero que gracias al buen criterio de un particular servirá para crear puestos de trabajo y una zona de crecimiento en un espacio natural inigualable” –comentaba el presidente de la organización-…

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