viernes, 2 de diciembre de 2011

Un día sin más.

 

Salgo de la cama, sin apenas gana.

Caliento el café, en un dos por tres,

debajo de la ducha, me lavo me visto,

rutina mezquina de un día de estrés.

Hago la cama, vaya desgana, correa al perro y a dar su paseo.

El premio al perro, para mi el degüello.

La búsqueda llena las horas siguientes, por más que rebusco las horas no lleno.

El paro es cadena de mente, el cuerpo me ata, las ideas mata.

Me subo en un bus, intento en vano dormir mi inquietud,

llego al destino, me bajo, enciendo un cigarro,

camino, penetro en el antro y apenas de un salto me sellan sin tino,

el papel virtual que me da derecho a seguir cobrando,

sobando, el día pasando, la mente amuermando.

¡Que vuelva en tres meses, ¡que mierda!, a mi me lo parece,

que un sello lo cambien por cuatro talegos,

sin darte un mal plan ni un puto trabajo.

Me apeo, me bajo de esta bacanal,

de un mundo amoral en la que un buen plan

es pasar el día sin pena, sin mal.

La noche se acerca, la cena, la idea, la multitarea de un cerebro infame que activa

la mecha que me hace pensar, que este puto día no a valido ná.

Trasnocho, me troncho, me hierven ideas, ahora, ¡que espanto!

las cuatro, ¡a la cama! ¿A qué? A sobar.

Eso quisiera, si dormir pudiera, sin que mis ideas me aparten del fin,

dormir para madrugar, así reanudar un día mas,

en el que el pasear a mi fiel compañero,

es lo mas certero que voy a encontrar.

Ruina de mundo al que este humano insano,

le pide una mano y no le dan ná,

para mi consuelo, me agarro a ese dicho, que quien lo inventara,

seguro no sabe, que ningún mal es consuelo de ná, ni tontos, ni muchos,

que solo es disculpa de quien no tiene mas.

¡Yo tengo un sueño!

 

(¡I have a dream!) Al igual que M. Luther King (¡Yo tengo un sueño!). Mi sueño es mas humilde que el de King, pero sin duda es igual de trascendente que el suyo. Mi sueño es que algún día nos convirtamos en humanos. Me quedo en toda su amplitud en la definición de esta palabra, desprovista naturalmente, de género: Comprensivo, sensible a los infortunios ajenos. Ser humano. Conjunto de todos los hombres. Si unimos las frases se podría obtener una definición identitaria de nuestro pueblo, la humanidad: “Ser humano, comprensivo, sensible a los infortunios ajenos, conjunto de todos los hombres”. ¿Habrá ente en el universo que no envidiara tal condición? ¿Quién no estaría orgulloso de formar parte de un pueblo, empático con sus semejantes sensible a su desdicha y unidos como uno solo? ¿Quien permanecería indiferente ante una especie capaz de convivir unidos para evitar el mal de sus congéneres? Seriamos por fin una raza de poder ilimitado que en lugar de luchar contra si mismos estarían en perfecta sintonía para evitar mal alguno.

Desgraciadamente no somos esa especie. Somos probablemente la única especie que a través de su evolución a involucionado, manteniendo como único carácter idiosincrásico la depredación, eso si, aderezada con el aprendizaje de la sutileza. Somos depredadores tanto de nuestra propia especie como de nuestro entorno, aunque para ello utilizamos artes de enmascaramiento para justificar las tropelías y nuestra arrogancia en aras del desarrollo.

Solo existe un modo de modificar nuestra decadencia, es reinventándonos. Tendremos que rediseñar de nuevo el concepto evolución, nuestra relación con nuestro hábitat, desprendernos de la arrogancia que nos ha ido creando el egoísmo del poder económico, bajar a la biosfera, a las raíces de nuestro ser. Nos hemos elevado a la categoría de Dioses cuando ni siquiera podemos dirigir nuestras pobres vidas. Debemos, desde la humildad, devolver a la tierra lo que le hemos arrebatado a base de decisiones unilaterales llegando al punto de esquilmar recursos y extinguir especies que su único error fue cruzarse en nuestro camino, sin pensar siquiera que tal vez su único propósito en este mundo era colaborar con nuestra propia pervivencia.

Se esta gestando una era incierta y peligrosa de la que la única certeza es que habrá mas destrucción porque la incapacidad de resolución se ha adueñado de todos cuantos deciden nuestro designio, todo por el ansia económica y de poder. Esas son las únicas palabras que entienden los que nos gobiernan, “poder y dinero”,  lo peor no es su ansia por los mismos, es que pretenden alcanzarlos por cualquier medio, sin tener en cuenta si se agotan los recursos, las especies, incluidas la nuestra.

¡Yo tengo un sueño! Amanecerá el día en que el mundo se parará, nos sentaremos, meditaremos y descubriremos que este mundo, no Marte, ni la luna, ni Júpiter, es la que nos alberga y que lo único que precisamos es tomar consciencia de que tan solo somos una parte del hábitat y que no somos mas importantes de lo que son,  las hormigas, las abejas, las plantas o el agua; pero considerando que nuestra capacidad de razonar y crear, nos exige mayor responsabilidad, en definitiva: ¡He tenido un sueño, hemos amanecido humanos!. 

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