La economía de Bastiat.

Leyendo las obras escogidas de Frédérick Bastiat (1801-1850) Edición y estudio preliminar de Francisco Cabrillo, me llamó la atención lo que escribe dentro de "Lo que se ve y lo que no se ve" y que escenifica para mostrar y argumentar lo que Bastiat defiende como la diferencia entre un buen economista y un mal economista. Explica con ejemplos lo que tendría que considerar un economista, esto es, el efecto visible (lo que se ve) y lo que hay que prever (lo que no se ve).

Quiero hacer referencia al apartado III "Los Impuestos". Que no está tan distante entre lo que es y lo que debe ser la política actual. Pongo las partes que me parecen más latentes para evitar un texto muy largo y sin permiso del autor, porqué me parece que hace una adaptación al lenguaje más actual que el que empla Bastiat. No obstante, el texto integro puede leerse en la web: http://bastiat.org/es/

III "Los Impuestos"
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El beneficio que encuentran los funcionarios cuando cobran sus haberes es lo que se ve. El que redunda para sus proveedores es, todavía, lo que se ve. Esto salta a la vista.
Pero la desventaja que los contribuyentes sienten al tener que afrontarlo es lo que no se ve, y el perjuicio resultante para sus proveedores es lo que no se verá nunca, aunque esto hay que verlo con los ojos del espíritu.
Cuando un funcionario público gasta en provecho propio cinco francos más, es porque un contribuyente gasta en provecho propio cinco francos menos. El gasto del funcionario se ve, porque se verifica; pero el del contribuyente no se ve, porque, ¡ay!, se le impide realizarlo.
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Es cieno que a veces (tantas tomo se quiera) el funcionario público presta al ciudadano un servicio equivalente. En este caso, no hay pérdida por una ni por otra parte, sino trueque. Por lo tanto, mi argumentación no se dirige en modo alguno a las funciones útiles. Lo que digo es: si se pretende crear una función, demuéstrese antes su utilidad. Demuéstrese que vale para el ciudadano, por los servicios que le presta, el equivalente de lo que le cuesta. Pero, haciendo abstracción de esa utilidad intrínseca, no se invoquen como argumento las ventajas que proporciona al funcionario, a su familia y a sus proveedores, ni se alegue que favorece el trabajo.
Cuando el ciudadano da cinco francos a un funcionario a cambio de un servicio realmente útil, sucede exactamente lo mismo que cuando se los da a un zapatero a cambio de un par de zapatos: es un toma y daca, y por lo tanto, quedan en paz. Pero cuando el ciudadano da cinco francos a un funcionario para no recibir servicio alguno, y aun para que lo mortifique, es como si se los diera a un ladrón. Poco importa decir que el funcionario gastará esos cinco francos en provecho del trabajo nacional: otro tanto hubiera hecho el ladrón, incluso el mismo ciudadano, de no haberse encontrado con un parásito legal o extralegal.
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Escúchenme: yo voy a hacer un contrato con un peón para que por cinco francos abra una zanja en mi campo. Al cerrar el trato, se presenta el cobrador de contribuciones, me reclama mis cinco francos y se los entrega al ministro del Interior. Mi contrato no se realiza, pero el ministro pondrá un plato más en una cena. No se puede mantener que semejante dispendio oficial constituya un estímulo para la industria nacional. ¿No se comprende que de ello sólo deriva una simple desviación de satisfacción y de trabajo? Es cierto que un ministro tendrá su mesa mejor provista, pero no lo es menos que un agricultor tendrá un campo peor roturado. Estoy de acuerdo en que un restaurante parisino habrá ganado cinco francos, pero no se me podrá discutir que un peón provinciano habrá dejado de ganar asimismo cinco francos. 
Todo lo que se puede decir es que el plato oficial y el hostelero satisfecho son lo que se ve, y que el campo anegado y el peón en paro son lo que no se ve.
¡Cuánto trabajo para probar, en economía política, que dos y dos son cuatro! Y cuando lo consigues, te dicen: «Está tan claro que resulta aburrido». Pero, al votar, obrarán como si nada se les hubiera probado.

He resaltado en amarillo un ideal simple pero que refleja mi modo de ver la "utilidad" que debieran tener los políticos. La parte resaltada en azul creo que refleja, no tanto el pensamiento político, que también, como el concepto practico que tienen los políticos de los votantes y que ante las agresivas políticas y los actos vandálicos perpetrados por quienes rigen nuestra política debieran, cuando menos, hacernos reflexionar en nuestras inmediatas decisiones.

Les recomiendo a los políticos no tanto que lean a Bastiat, que seguro muchos lo habrán hecho, como que pongan en practica tan sencillos principios.
 

El plástico. ¿Reciclaje ineficaz y/o negocio sin escrúpulos?

Empezaré diciendo que desde mi casa sacamos del orden de cinco bolsas por semana de plástico. Sí has leído bien. ¡Una autentica salvajada! Si tu eres de los que también recicla el plástico no te sorprenderá en absoluto el dato, lo conocerás por experiencia.

Nos cobran las bolsas de los supermercados, golpe de efecto y ahorro para los grandes, que por si no se recuerda, alguna de las cifras que manejaban, por ejemplo, la cadena Eroski, las cifraron en su momento en unos cinco millones de euros anuales de ahorro. He aquí su única razón para volverse ecologistas de repente. ¿O pensabas que realmente pensaban en el medio ambiente? ¡En absoluto?

Dirás que es una opinión personal. Sí, lo es. Pero me baso en un argumentario muy simple. Si realmente buscaran una solución pensando en el medio ambiente, por ende en todos, la primera medida que debieran haber puesto en marcha es exigir a sus proveedores alternativas a los envases de plástico para que la "iniciativa ecologista" creara una gran cadena con todos los implicados involucrados. Pero los señores proveedores de alimentos no buscan alternativas para sus envases (cuestión de costos) y cada vez es más frecuente ver uno o más envases plásticos en los productos de alimentación. 

Aquí introduzco un agente, no nuevo, puesto que se determinó por leyes europeas allá por el año 1999 una entidad que fuera receptora del volumen de todos los envases generados y promover el reciclaje eficaz a la vez. Aquí nacio Ecoembes. Para el que no lo sepa Ecoembes es una organización "sin animo de lucro" que le cobra a las empresas un importe por cada envase que la empresa ponga en el mercado. Un ejemplo. Un blister de dos bollos envasados en plástico con envase individual en cada bollo y uno genérico para los dos bollos (tres envases de plástico) la empresa paga por todos y cada uno de ellos, aunque no se hace de manera unitaria, si no que se hace anualmente transformando todos sus envases en kilos a los que se aplican una tarifa por kilo, mediante una aplicación informática de Ecoembes, una vez metidos todos los elementos de envase que forman parte de sus productos. Esto para las empresas supone un gasto que puede ser de varios cientos de miles de euros o millones en función del volumen de "envases" que pongan en el mercado, "todos" los envases ya sean plástico, cartón, o cualquiera cosa que sirva como envoltorio.

Si te preguntas el por qué de meter aquí a Ecoembes y hablar de las grandes superficies y de los fabricantes de alimentos, es muy simple ¡Cada día veo más plásticos flotando en mares, ríos, colgados en los árboles, por el suelo de los barrios y ciudades! Si cada día se recicla más ¿Porqué se ve tanto plástico tirado? Simple y duro. O bien, no está funcionando el reciclaje, o de los contenedores de reciclado se llevan a vertederos sin reciclar.

Mi decepción con las entidades no harán que deje de reciclar. No sirve de nada ampararse en frases de tipo "si ellos no reciclan yo tampoco", "a saber que hacen con los envases". Sea como sea, lo que debe afianzarse es la concienciación social, sobre la necesidad y la utilidad de reciclar. No se pueden cambiar los hábitos si nos amparamos en la desidia de los otros. Algún día, tal vez, tengamos que visionar los atroces vídeos del daño que causamos a los animales marinos, al sistema, como algo anecdótico y no como medio de denuncia.