Sin haber puesto empeño en la coincidencia, hoy se producirán diversos actos en el mundo por motivos bien diferenciados pero trágicos todos ellos. Empezando por el 11 de Septiembre del 1714 fecha que hoy recordaran en la Diada, conmemorando la caída de Barcelona a manos, curiosamente de las tropas de los Borbones, que aun sin guerra, afortunadamente, siguen haciendo daño igualmente.
El 11 de septiembre de 1852 estallaba en la Confederación Argentina un golpe de estado o una revolución, nombre que dependerá del bando desde el que se cuente la historia, supongo; que provoco que Buenos Aires fuera un estado independiente hasta el 1861.
El 11 de septiembre de 1973 hubo un golpe de estado en Chile que desde mi humilde opinión, supuso un antes y un después en la consecución de libertades, no solamente en Chile, sino en el resto del mundo. Además del genocidio perpetrado por el inconformismo de los militares, al mando del impresentable Pinochet, que amparado en el “coco” comunista segaron la vida de miles de vidas. Anteriormente decía que no solo arrancaron la libertad de los chilenos, entiendo que se mancilló una parte de la libertad mundial por la pasividad y/o apoyo de los “adalides democráticos” que en aras de salvarnos de la maldad, consienten y producen guerras que simplemente tienen un fin económico y punto.
El 11 de septiembre de 2001 se producía otra barbarie, el ataque a las torres gemelas. Un ataque perpetrado por los “malos, malísimos” y tan manidos yihadistas de Al Quaeda, atentado que tiene tantas sombras como victimas, puesto que existen evidencias de que las manos negras existen. Lamentablemente y como siempre, son las victimas quienes no tendrán oportunidad de enmienda.
El 11 de septiembre del 2004 se producía en Madrid otro descabellado atentado no menos oscuro que el ocurrido en Nueva York y que la única mención posible es el reconocimiento de las victimas el resto sería largo para exponer ahora.
Yo quiero reivindicar desde aquí, en este 11 de septiembre del 2013 el retorno de los revolucionarios, el retorno de los cantautores, de los trovadores que durante generaciones y en todo tipo de épocas han hecho llegar a través de su canto, las demandas de los que no tienen/tenemos voz para que el mensaje cale con fuerza. Tal vez esos trovadores estén aletargados por el mal de la opulencia, adormecidos por los efluvios que el liquido elemento del dios Baco contenido en botellas de 1000€ les haya hecho plantearse que ya no es época de reivindicaciones sino de disfrute y ocio, que a fin de cuentas, hay que disfrutar lo acumulado, precisamente a consecuencia de acallar su voz.
Necesitamos trovadores, podría enumera aquí un sin fin de artistas que consagraron sus vidas a denunciar mediante su música los males de todos en el animo de remover conciencias, desde aquí animo tanto a cantantes, escritores, actores y gente de a pie, a todo aquel que no le guste lo que esta pasando que se convierta en trovador y que del modo que sepa, trate de remover conciencias, para poder vaciar poltronas y retomar el camino que haga de este siglo, el siglo del comienzo realmente de una nueva era, un nuevo tiempo en el que nos marquemos el objetivo de erradicar los males que no nos dejan evolucionar.
Cantaba Víctor Jara una canción titulada “El martillo” en ella busca, un martillo de justicia, una campana de libertad y una canción de paz, tan vigente hoy como antes de aquel septiembre que le cortaron la lengua y le segaron la vida, precisamente por los mismos derechos que no terminan en este septiembre actual de ser una realidad.
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